Tengo unos cuantos meses asistiendo a una clase de Yoga cerca del estudio. Al principio, debo aceptar que solo buscaba hacer un poco de ejercicio y tener una actividad que me evitara volver a casa a la hora del tráfico. Pero poco a poco mi clase se ha vuelto una especie de refugio, donde por una hora y media estoy solo conmigo, mi mente y mi cuerpo. Y como mi mente nunca para, me he puesto a pensar en cosas que este ejercicio me aporta y que puedo aplicar a mi vida diaria.
Así que hoy les comparto (para yoguis y no yoguis) sin pretenciones, cinco cosas que aprendí en el yoga y que pueden aplicar en tu día a día.
- Aprender a sentir y controlar la respiración. Siempre que estoy en una postura incómoda o medio dolorosa, me concentro en respirar normalmente, por la nariz siempre y a un ritmo tranquilo. Por alguna razón, mi mente detecta que no respiro agitadamente y también se calma.
- Concentrarme en el aquí y el ahora. Ésta es la que más trabajo me ha costado y aún tengo que practicarla porque siempre ando pensando en mil cosas. Pero estar concentrada en la postura de mi cuerpo, sus sensaciones y el siguiente movimiento me ayuda a despejar mi mente de cualquier otra idea, el tiempo pasa más rápido y le doy un descanso a mi cabeza.
- Aprender a respetar mi cuerpo. No hay sensación más bonita para mi que sentirme conectada con mi cuerpo. Observarlo, ver sus limitaciones y sorprenderme con sus alcances. Aceptar sus formas y dejarlo fluir sin forzarlo, es una manera también de aceptarte a tí, sin juzgarte ni compararte.
- ¡Sonreír! Parecerá cliché, pero una sonrisa de verdad puede hacer la diferencia en un momento de tensión. Cuando sonrío estando en alguna postura difícil, mi cara y mi mente se relajan y le exijo menos a mi cuerpo, disfrutando más el momento y quitándole incomodidad.
- Ser agradecida. Al final de cada clase, siempre dedico un minuto a agradecer por mi vida, por mi día, por mi cuerpo y mi mente que pueden lograr cosas. Agradecer siempre me ubica en un lado positivo que luego no tengo tan presente pero que me ayuda a observar la vida desde otra perspectiva.
Así que con yoga o sin yoga, espero que les sirvan estas reflexiones espiritualísticas y relajadoras como a mí y las apliquen en su día a día. Ahí platíquenme como les fue 🙂
¡Namasté, amigos!
Florula.